Pese
al olvido en el que Vilhelm Hammershøi se vio sumido tras su muerte, podemos
rastrear la influencia que su obra ha ejercido (y ejerce cada vez más con la
recuperación de su obra que tiene lugar recientemente) en el mundo de la
pintura, y también en otros medios mucho más actuales. Empiezo esta serie de
entradas con el gran ejemplo dentro de la pintura: Edward Hopper (1882, Nyack - 1967, Nueva York).
Summer interior, Edward Hopper, 1909, óleo sobre lienzo, 61 x 73.7 cm, Whitney Museum of American Art |
Precursor
o influencia del pintor americano, ambos pintores comparten la afición a las
escenas confusas con retratos femeninos, imbuidos de un aura de soledad, de los
que no sabemos qué hacen o en qué piensan, perdidas sus miradas en la
melancolía.
Office in a small city, Edward Hopper, 1953, óleo sobre lienzo, 71.7 x 101.6 cm, Metropolitan Museum of Art |
Aunque
no comparten la reducción del color a la escala de grises –en la pintura de
Hopper la paleta es mucho más amplia, plena de rojos, azules, verdes, amarillos…,
y los colores frecuentemente saturados–, las habitaciones –tanto viviendas como
en el caso del danés, como restaurantes, oficinas o medios de transporte– del
pintor americano son también sintéticas, geométricas, y están delimitadas por
la luz, que entra a través de grandes ventanas de líneas puras, a veces ni tan
siquiera delimitadas por un marco, sino sólo por los muros, por las que se
pierde la mirada de sus protagonistas. Es verdad que estos no comparten el
sistema de representación, los retratos de Hopper son muchísimo más variados,
mujeres completamente distintas de las que además solemos ver el rostro, y son
frecuentes los desnudos, a veces con un marcado carácter voyeurista (mujeres en un instante muy personal que no se saben observadas, y esto sí podemos verlo en el danés); pero todos comparten ese aspecto solitario y
melancólico, esa sensación de abandono, de haber sido despojados de algo.
Morning in a city, Edward Hopper, 1944, óleo sobre lienzo, 112 x 153, Williams College Museum of Art |
Si
bien no podemos asegurarlo, podemos aventurar que esta influencia tenga su
origen en la exposición sobre arte danés, noruego y sueco que se inauguró en
diciembre de 1912 en las Galerías de Arte Americano de Nueva York, comisariada
por Christian Brinton y promovida por la Fundación Americano-Escandinava.
Hopper, que vivía en aquel momento en la ciudad, visitó probablemente la
exposición. La selección de obras de Hammershøi fue especialmente alabada por
la crítica, como podemos leer en los siguientes extractos de la reseña del New
York Times sobre dicha exposición: “Su
exquisita percepción de los ritmos lineales” “Motas a la luz del sol, que
revelan el interior completamente vacío de muebles o accesorios, con sólo una
ventana a través de la que fluye una amplia banda de luz, haciéndose eco de la
forma de la ventana en una mancha de luz en el suelo; vacía de detalles pero
llena del interés de ese elemento mucho más misterioso del mundo de la belleza:
la luz.”
Sun in an empty room,
Edward Hopper, 1963,
óleo sobre lienzo, 28.75 x 39.5 cm, colección privada |
El
historiador Robert Rosenblum habla de la existencia de una sensibilidad del
norte que se manifestó en la producción artística de Europa y América en el
siglo y medio posterior, idea de la que Hopper y Hammershøi podrían ser un
perfecto ejemplo. Más aún, en 1997 relaciona las obras de ambos artistas,
afirmando que la planitud, la luminosidad y la renuncia a la sensualidad se
destilan de las obras del pintor danés de una forma tan intensa, que podemos
seguir sus huellas en muchas direcciones a lo largo del siglo XX. Por ejemplo
en Edward Hopper que, como Hammershøi, podía transformar las paredes blancas y
luminosas de una habitación vacía en la habitación de nadie, la última parada
en el viaje del ser solitario. Las personas que pueblan las pinturas de Hopper,
como las de Hammershøi, son figuras estáticas y silenciosas, irremediablemente
subordinadas a estos espacios geométricos.
Morning sun, Edward Hopper, 1952,
óleo sobre lienzo, 101.98 x 71.5 cm, Columbus Museum of Art |
Bibliografía:
New York Times,
edición del 11 de agosto de 1912, hemeroteca digitalizada.
Robert
Rosenblum, Modern Painting and the Northern Romantic Tradition: Friedrich
to Rothko (1973).
Rolf G. Renner, Hopper, Editorial Taschen.
Vilhelm
Hammershoi, al Home and Abroad, Robert Rosenblum, en el catálogo de la exposición Vilhem Hammershoi 1864-1916. Danish Painter of Solitude and Light.
Vadeando por la Internet fui a dar con Hammershøi y me obsesioné de pronto, ya que me parecía ineludible la deuda que Hopper —a quien estimo profundamente— tenía con él. Era cosa demasiado casual.
ResponderEliminarDelicioso e instructivo artículo.
Estos encuentros, en medio del mundo de los escapes, me resultan profundamente consoladores.
Gracias.
A mi me ocurrió igual. Descubrí a Hammershøi en el libro "Emocionarte", que sin duda recomiendo. Me pareció que él y Hooper tenían muchas cosas en común. Gracias por el artículo aunque se echa de menos algún cuadro de Hammershøi para que los lectores puedan comparar.
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