"El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales, afortunadamente. Eran las últimas personas que se esperaría encontrar relacionadas con algo extraño o misterioso, porque no estaban para tales tonterías.
El señor Dursley era el director de una empresa llamada Grunnings, que fabricana taladros. Era un hombre corpulento y rollizo, casi sin cuello, aunque con un bigote inmenso. La señora Dursley era delgada, rubia y tenía un cuello casi el doble de largo de lo habitual, lo que le resultaba muy útil, ya que pasaba la mayor parte del tiempo estirándolo por encima de la valla de los jardines para espiar a sus vecinos. Los Dursley tenían un hijo pequeño llamado Dudley, y para ellos no había un niño mejor que él.
Los Dursley tenían todo lo que querían, pero también tenían un secreto, y su mayor temor era que lo descubriesen: no habrían soportado que se supiese lo de los Potter.
La señora Potter era la hermana de la señora Dursley, pero no se veían desde hacía años; tanto era así que la señora Dursley fingía que no tenía hermana, porque su hermana y su marido, un completo inútil, eran lo más opuesto a los Dursley que se pudiera imaginar. Los Dursley se estremecían al pensar qué dirían los vecinos si los Potter apareciesen por la acera. Sabían que los Potter también tenían un hijo pequeño, pero nunca lo habían visto. El niño era otra buena razón para mantener alejados a los Potter: no querían que Dudley se juntara con un niño como aquel.
Nuestra historia comienza cuando el señor y la señora Dursley se despertaron un martes, con un cielo cubierto de nubes grises que amenzaban tormenta. Pero nada había en aquel nublado cielo que sugiriera los acontecimientos extraños y misteriosos que poco después tendrían lugar en toda la región. El señor Dursley canturreaba mientras se ponía su corbata más sosa para ir al trabajo, y la señora Dursley parloteaba alegremente mientras instalaba al ruidoso Dudley en la silla alta.
Ninguno vio la gran lechuza parda que pasaba volando por la ventana."
[Harry Potter y la piedra filosofal, J. K. Rowling]
Y todo lo que viene después es historia, que para mí empezó el 23 de abril de 1999, aunque no empecé a leerlo hasta unos meses después, una calurosa tarde del agosto gandiense...
Han pasado muchos años, siete libros, varios miles de páginas, no menos de quince relecturas de este primer libro (sí, en serio, y, de hecho, rondarán las veinte) y un final que no era el que yo quería. Y, con todo, pese a la decpeción que pudieron suponer los últimos libros, siempre le tendré un enorme cariño a esta saga, y espero que algún día mis futuros hijos disfruten de ellos tantísimo como yo lo he hecho. Fue mi primera saga de fantasía (que no el primer libro), la primera saga con la que di la lata a mis amigos hasta que tuvieron a bien escuchar la recomendación, la primera saga incompleta y la eterna espera hasta que las ansiadas palabras llegaban a mis manos... ^^.
"Oh, podrás pensar que no soy bonito,
pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mi mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo."
Es 1 de septiembre, las barquitas han llegado a Hogwarts, la ceremonia ha comenzado y después llega el banquete. Feliz curso lleno de aventuras, pequeños magos.
"Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff,
donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
de vedad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
si tienes una mente dispuesta,
porque los de inteligencia y erudición
siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
para lograr sus fines."
A día de hoy sigue siendo uno de los mejores regalos de cumpleaños que me han hecho nunca. Muchas gracias, mamá y papá, muchas gracias J.K.
"¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).
Porque soy el Sombrero Pensante."
Y recordad, "Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas."
P.D.: caramelos de limón, calderos humeantes, sonrisa de gafas de media luna, olor a pergamino y tinta verde esmeralda.