Hoy os traigo otra reseña sobre una exposición que tiene lugar en el CaixaForum hasta el 8 de diciembre, una exposición muy, muy recomendable.
Georges Méliès (1861-1838) fue un dibujante, mago, director de teatro, actor, decorador, técnico, productor, realizador y distribuidor de más de quinientas películas entre 1896 y 1912. Su papel en la historia del cine fue fundamental, pues introdujo el sueño, la magia y la ficción prácticamente en los orígenes del cine, cuando éste era casi exclusivamente documental; genio de los efectos especiales, recurrió a todas las técnicas del ilusionismo consiguiendo resultados que, de no ser porque podemos ver sus películas, pensaríamos imposibles para la época. Enfrentándose a los hermanos Lumière, que consideraban que el documental era el único valor del nuevo invento, Georges Méliès se atrevió a creer que "Las películas tienen el poder de capturar los sueños".
Georges Méliès, Autorretrato caracterizado de Mefistófeles para la película La damnation du docteur Faust, 1904. La Cinémathèque française. Foto: Stéphane Dabrowski. |
Méliès afirmó en 1933 que, "¿Quién puede vivir sin féerie, sin un poco de fantasía?" Y en esa frase se encuentra la clave de su cine, y también, en gran medida, del cine actual. A lo largo de la exposición descubrimos los orígenes del cine de Mélies a través de la historia de la magia, el ilusionismo y los trucos visuales a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
Así, la exposición se estructura en dos grandes bloques, independientes pero absolutamente interconectados, y uno final, más pequeño y conclusivo. El primero de ellos aborda el desarrollo del ilusionismo, el engaño, los trucos visuales, hasta llegar a fusionarse con el segundo bloque, la propia obra de Georges Mélies, para cerrar con el olvido del genio y su posterior recuperación. Dentro de cada bloque se suceden las secciones. Cada una de ellas se acompaña de un panel explicativo, breve pero creo que suficiente para que un profano en la materia comprenda sin problemas lo que se le está explicando. El resto de la exposición es pura y maravillosamente visual.
El primer bloque, Las raíces del cine de Georges Méliès: el arte del engaño, parte de las Sombras chinescas (sombras animadas, muy frecuentes en los cabarets del XIX, uno de los primeros ejemplos del uso de la luz -y la sombra- para dar lugar a una imagen en movimiento), continúa con la Perspectiva y cajas ópticas (que aunque tenían su origen en el Renacimiento viven en este momento un gran desarrollo, y son fundamentales en los escenarios teatrales y cinematográficos), la Linterna mágica (un aparato óptico que permite proyectar imágenes pintadas sobre placas de cristal que se animaban con ingeniosos mecanismos) y la Fantasmagoría (enraizada en el Romanticismo alemán, la fantasmagoría es un nuevo concepto de espectáculo que aúna la proyección de siniestras y fantásticas imágenes con los efectos lumínicos y sonoros. La sala dedicada a este espéctaculo es perfecta, un auténtico viaje en el tiempo). Todo un cosmos, una mitología, desarrollados a lo largo de estos dos siglos -XVIII y XIX- y que marcaron profundamente a Méliès, dónde encuentran su continuación. La exposición avanza entonces hasta la Estroboscopia y el praxinoscopio, y concluye con la fotografía en movimiento junto a la estereoscópica y el kinetoscopio (Marey, Reynaud y Edison), que nos dejan a las puertas del mismo origen del cine.
James Pettibone, Linterna de proyección con pasavistas de aluminio fundido y lámpara de arco eléctrico. Cincinnati, Ohio, c. 1888. La Cinémathèque française. Foto: Stéphane Dabrowski. |
Georges Méliès, De lleno en el ojo, c. 1930, recomposición de una escena de la película Voyage dans la Lune (1902). La Cinémathèque française. Foto: Stéphane Dabrowski. |
Félix Labisse, El selenita de Voyage dans la Lune, 1902. La Cinémathèque française. Foto: Stéphane Dabrowski. |
Vers les étoiles [Hacia las estrellas], 1906. La Cinémathèque française. Foto: Stéphane Dabrowski. |
Una exposición maravillosa, que nos sumerge por completo en el universo mélièsiano, que no es otro que el de la fascinación del ser humano por lo mágico, lo fantástico y lo misterioso. Una exposición donde disfrutar durante horas de todas estas piezas, dejarte atrapar por fantásticas películas y asombrarnos con artu¡ilugios centenarios, porque no son necesarios grandes medios para fascinarnos y embrujarnos. Absolutamente recomendable para todos los públicos (niños incluidos, que seguro que disfrutan tanto como nosotros).
Próximamente: Japonismo.
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